Por Alejandra Izaguirre Hernandez

El hacktivismo, tal y como suena, proviene de la unión de las palabras “hacking” y “activismo”, por lo tanto, lógicamente están relacionados. Actualmente no existe una definición universalmente aceptada, pero en general, esta actividad es entendida como el “acceso intencional a sistemas, sitios web o datos sin autorización o habiendo excedido el acceso autorizado; o la interferencia intencional con el funcionamiento o la accesibilidad de sistemas, sitios web y datos sin autorización o habiendo excedido el acceso autorizado, con el fin de efectuar un cambio social o político”. En cualquier caso, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) señala que, debido a que estas actividades son relativamente recientes, existe discusión acerca de hasta qué punto y qué tipo de acciones son susceptibles de considerarse como actos delictivos y cuáles no. Aunque actividades típicas del hacktivismo como la revelación de secretos, acceso e interpretación ilícita, delitos relativos al mercado y los consumidores, daños informáticos, falsificación, entre otros, están previstas en nuestro Código Penal, y por lo que en estos casos no existe duda de su ilegalidad.

Obviando las discusiones acerca de su definición y naturaleza, el hacktivismo no sería otra cosa que hackear un sistema basándose en una causa política, social o económica. Este hacktivismo, que anteriormente era ideológico, ha ido derivando en los últimos años hacia uno vandálico e individualista y oportunista, que tiene como objetivo diseminar código dañino por medio de sitios web desfigurados para ello. Así, estas webs vulneradas mediante desfiguraciones pasan a formar parte de infraestructuras de diseminación de malware.

A diferencia de otros países, en España este tipo de ciberataque no es muy común, y son escasos los grupos dedicados al hacktivismo. De hecho, recientemente el grupo español hacktivista conocido como ‘La 9ª Compañía’ o ‘La9deAnon’, dedicado a movimientos libertarios, antisistema y anticapitalistas, dejó una publicación en sus redes manifestando su retirada tras 10 años de actividad delictiva online. Por supuesto, esto no quiere decir que no se den campañas y ciberataques hacktivistas en nuestro país. Por ejemplo, las etiquetas de #OpCatalunya, #OpCatalonia, #OpSpain surgieron durante 2020 para justificar propaganda y acciones de ciberataques hacktivistas. De hecho, la última suele emplearse como etiqueta

genérica y recurrente de enganche instrumental para cualquier protesta hacktivista que pudiera producirse en nuestro país.

En España por el momento no presenta la mayor amenaza, pero eso no significa que esta situación cambie en el futuro. En relación a este tema, en mayo de este año el Centro Criptológico Nacional publicó el Informe Anual 2021 sobre Hacktivismo y Yihadismo, por lo que si quieres consultarlo debes pinchar AQUÍ.

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